La Unión Europea ha lanzado un proyecto que, a primera vista, suena prometedor: desarrollar una aplicación de código abierto para que los ciudadanos puedan verificar su edad en Internet de manera segura y privada. Esta herramienta, concebida como un recurso “hecho en Europa”, busca aliviarnos de la dependencia de empresas externas, similar al concepto del “pajaporte” pero con un enfoque europeo.
No obstante, un aspecto técnico de su desarrollo ha abierto un debate controvertido: se ha puesto de manifiesto una contradicción en la estrategia digital de la UE.
¿Cuál es el Plan?
La UE pretende crear una app diseñada para Android que permita a los ciudadanos validar su edad en plataformas en línea, evitando que se compartan datos sensibles con empresas privadas. Este enfoque es un pilar central en su estrategia de identidad digital, mostrando un esfuerzo por empoderar a los usuarios y brindarles un mayor control sobre su información personal.
La Paradoja
Aparentemente, Europa intenta librarse de la dependencia de las gigantes tecnológicas, algo que podemos observar en iniciativas como el desarrollo de un buscador europeo o el mencionado “objetivo 2030” para la producción de chips, con el fin de reducir su vulnerabilidad ante estas corporaciones. Sin embargo, aquí es donde surgen las interrogantes: el desarrollo de esta app incluirá el uso de una API de Google llamada Play Integrity.
¿Qué es Play Integrity?
Play Integrity es una herramienta vital que permite a los desarrolladores confirmar que un dispositivo tiene una licencia oficial de Google y que la aplicación se ha descargado desde fuentes autorizadas, como la Play Store. A su vez, ayuda a proteger aplicaciones y juegos contra interacciones maliciosas o fraudulentas.
La Consecuencia
Esto implica que la futura app de identidad digital de la UE no funcionará en dispositivos equipados con sistemas operativos que no sean Android, como GrapheneOS o /e/ OS. Además, tampoco sería operativa en modelos de móviles que no tienen licencia de Google, como ciertos dispositivos de Huawei, que han sido afectados por prohibiciones comerciales.
Aunque puede parecer que esto no es un gran inconveniente, dado que la mayoría de los fabricantes de Android pasan la certificación de Google, la realidad es que esta decisión representa un desliz en los esfuerzos por alcanzar una soberanía digital genuina, lo que significa un nuevo nivel de dependencia de una gran empresa tecnológica extranjera.
¿Cómo ha sido la reacción ante esta situación?
Las críticas han surgido rápidamente, inundando plataformas como GitHub y Reddit. Los usuarios han señalado que esta dependencia de Google socava los propios objetivos de la UE. Un usuario incluso ironiza: “Solo puedes ser ciudadano de pleno derecho de la UE si aceptas los Términos de servicio de Google”. Para muchos, esta situación parece un desatino que va en contra de las metas que la EU ha perseguido para reducir la influencia de las empresas tecnológicas.
Además, se han indicado alternativas viables. Por ejemplo, la app holandesa Yivi ha logrado comprobar la edad de los usuarios sin necesidad de utilizar la API de Google, funcionando eficazmente en tiendas de aplicaciones de código abierto como F-Droid. Sin embargo, hasta el momento, los responsables del proyecto europeo no han ofrecido ninguna respuesta a las inquietudes planteadas.
El Dilema
Este dilema es un claro reflejo de la dificultad en la que se encuentra Europa. En su búsqueda por desarrollar herramientas digitales seguras y efectivas, parece estar atrapada en la órbita de las grandes tecnológicas estadounidenses. La lucha por la soberanía digital se diluye en una serie de decisiones complicadas, revelando que no es tan simple como parece.
La percepción de un futuro en el que los ciudadanos tengan un control auténtico sobre su propia información está en juego, y solo el tiempo dirá si Europa puede verdaderamente romper sus cadenas con la industria tecnológica dominada por gigantes como Google.