Hace apenas una década, el mundo del entretenimiento estaba experimentando una transformación sin precedentes. Las plataformas de streaming emergieron como una respuesta directa a las limitaciones de la televisión por cable.
Con acceso a un arsenal de contenido diverso y original como “House of Cards” y “Orange is the New Black”, los consumidores sentían que tenían el mundo del entretenimiento al alcance de su mano por un precio razonable y sin interrupciones publicitarias. Aquellos días se sentían como una verdadera época dorada, donde la promesa de “todo a un clic” resonaba en cada hogar.
Sin embargo, esa ilusión de acceso ilimitado ha ido desvaneciéndose. La realidad actual es que ahora, para acceder a casi todo el contenido que deseamos, debemos navegar en un mar de suscripciones.
Acumular cinco o más plataformas puede acumular fácilmente gastos mensuales de hasta 70 euros. Aquellos que buscan un respiro en su billetera tienen la opción de ver anuncios, y esa estrategia ha sido un éxito rotundo; Netflix es un claro ejemplo de ello.
Producción de contenidos: calidad con un precio
El alto costo de producir series y películas ha llevado a las plataformas a buscar nuevas formas de monetización. En la actualidad, la producción de cada episodio de series aclamadas como “The Last of Us” o “La Casa del Dragón” puede costar entre 10 y 20 millones de dólares.
A eso se le suman las grandes apuestas cinematográficas, como “The Electric State”, que, a pesar de su recepción mixta, demandó una inversión de 300 millones por parte de Netflix. Todo esto nos lleva a cuestionar: ¿Cómo pueden estas plataformas sostener su modelo de negocio sin sacrificar la calidad?
La respuesta ha sido clara: han decidido ofrecer un servicio más económico pero con una experiencia reducida en términos de disfrute. Nos enfrentamos a la realidad de que, para disfrutar de nuestras series y películas preferidas, ahora debemos compartir nuestra atención con anuncios.
Este enfoque ha permitido a las plataformas ganar en doble medida, obteniendo ingresos tanto de los suscriptores como de los anunciantes.
Un éxito inesperado
Este nuevo modelo ha cobrado una importancia inesperada. En mayo de 2024, Netflix reveló que su plan “más barato con anuncios” había alcanzado los 40 millones de suscriptores. Un año después, esa cifra se disparó a 94 millones, duplicando sus números en un tiempo récord.
Quien no desearía pagar menos, aunque implique ver un anuncio de detergente interrumpiendo la intensidad del último capítulo de su serie favorita. Para muchos espectadores, la conveniencia del precio más bajo ha superado el inconveniente de las interrupciones.
Además, Netflix no planea detenerse ahí. La compañía está explorando el uso de inteligencia artificial para ofrecer anuncios más relevantes y personalizados, y sugiere que estas interrupciones podrían ser aún más precisas, incluso apareciendo en momentos de pausa en el contenido.
Evolución de la industria
El cambio en la estrategia de Netflix ha resonado en toda la industria. Muchos otros gigantes del streaming, como Disney+, Max (anteriormente HBO Max) y Amazon Prime Video, han seguido su ejemplo. Disney+, por ejemplo, ha enfrentado críticas por las consecuencias negativas de su plan con anuncios en ciertos mercados, donde los usuarios se vieron obligados a pagar más si deseaban evitar publicidad.
La incomodidad no se limita a una sola plataforma; Movistar Plus+ también ha comenzado a introducir anuncios en sus canales, lo que ha provocado descontento entre sus suscriptores.
Incluso YouTube ha capitaneado esta tendencia lanzando YouTube Premium Lite, un plan que promete la ausencia de anuncios en “la mayoría” de los vídeos, pero con la advertencia de que algunos segmentos, como los vídeos musicales y Shorts, seguirán interrumpiéndonos.
Un futuro incierto
Mientras que algunas plataformas continúan innovando en su oferta publicitaria, queda en el aire la pregunta de hacia dónde se dirige esta industria. La búsqueda de un equilibrio entre la financiación de costosas producciones y la satisfacción del consumidor se torna crítica. Con la proliferación de anuncios, los usuarios deben decidir si el precio más bajo vale la pena también a costa de una experiencia de visualización comprometida.
Esta era del streaming, que comenzó como una revolución, enfrenta ahora desafíos que definirán su camino en los años venideros. Mientras avanzamos, vale la pena explorar cómo han surgido diversas plataformas que ofrecen acceso a contenido gratuito con anuncios.
El auge del modelo FAST en el streaming
Este modelo, conocido como FAST (Contenido Gratuito Basado en Publicidad), ha cobrado fuerza en los últimos años. Servicios como Plex, Tivify y Pluto TV se han destacado al ofrecer un catálogo sólido de películas y series, brindando a los usuarios una opción accesible y variada.
Aunque quizás no encuentres en su lista títulos específicos como “The Electric State”, eso no diminute la riqueza de su contenido general.
El éxito de los planes con anuncios en el streaming refleja una tendencia clara: los usuarios valoran el acceso a un entretenimiento rentable. La publicidad ha llegado para quedarse en este mundo del streaming, un cambio notable que ha transformado la experiencia.
Del sueño de libertad al regreso del control
La evolución del streaming ha sido fascinante; primero, nos sedujeron con la posibilidad de disfrutar de miles de horas de entretenimiento bajo demanda, sin preocuparnos por horarios.
Sin embargo, ahora parece que están volviendo a una estructura más parecida a la de la televisión tradicional por cable, con anuncios intercalados y regulaciones cada vez más estrictas sobre cuentas compartidas.
No es sorpresa que muchos, yo incluido, sientan frustración ante estas transformaciones. La promesa inicial de libertad parece desvanecerse y la experiencia se vuelve, en muchos sentidos, más restrictiva.
Alternar servicios: una estrategia inteligente
Una estrategia que he encontrado efectiva para manejar estos cambios es alternar entre diferentes servicios de streaming según mis intereses. Por ejemplo, si estoy deseando ver “The Last of Us” en el apogeo de su estreno, me suscribo a HBO Max. Luego, cuando la nueva y excelente temporada de “Andor” llama a mi puerta, cambio a Disney+.
De esta manera, puedo equilibrar mis gastos y asegurarme de tener acceso a lo que realmente deseo ver, adaptando mis suscripciones a mis intereses.
Adaptarse para seguir disfrutando
Este enfoque ha funcionado maravillosamente para mí y podría ser una solución viable para muchos que buscan no solo ahorrar, sino también disfrutar de lo mejor del entretenimiento sin compromisos excesivos.
Sabemos que el mundo del streaming está en constante transformación y es vital adaptarnos para seguir disfrutando de nuestra pasión por el cine y la televisión. ¿Qué estrategias estás utilizando tú para navegar por este cambio en la industria? La conversación está abierta, y sería genial conocer tus experiencias.